domingo, 10 de abril de 2011

Decisiones

Lo bueno de ser considerados aptos para tomar nuestras propias decisiones es que podemos elegir la que más nos plazca; lo que sea, con quien sea, en el momento que sea. Pareciera que no nos damos cuenta, pero día a día tomamos decisiones que, trascendentes o no, siempre están ahí.

Llegamos a un punto en el que papá y mamá no están más para decidir qué es lo mejor para nosotros. Es aquí cuando nos percatamos de que decidir no es nada fácil, el simple hecho de tener en frente más de una opción provoca que crucen por nuestra mente algunos mini-balances de los pros y contras de cada una. Sin duda es nuestra naturaleza, evaluar qué sí y qué no, casi como un hecho de mera supervivencia, le conviene a nuestra persona y a nuestra vida.

El punto es que algún día hay que comenzar a tomar decisiones, pero ¿cómo saber que siempre tomarás las correctas?, mi respuesta es que no hay fórmulas mágicas para ello, la respuesta nuevamente recae en el infinito tiempo. “Tiempo al tiempo” dicen, y no hay frase más acertada si de esperar resultados de las decisiones se trata. Aunque también es cierto que la mayoría de las veces no sabremos si fue lo correcto o no puesto que no habrá punto de comparación entre una u otra opción.

¿Pero qué pasa si nos vemos orillados a tomar una decisión y las opciones son terreno conocido para nosotros? Lo primero por lo que atravesamos sin duda es la negación a hacerlo, y más si son algo significativo en nuestras vidas. No es posible decidir cuando se quiere tener todo, pero si en última instancia se tiene que hacer entonces lo segundo por lo que atravesamos es la insoportable y poco deseable comparación entre esas opciones, y una vez atravesado este feo proceso de evaluar todo con detalle caemos en la cuenta de que en el fondo sabemos la respuesta.

Así es, nos guste o no, las decisiones que tomamos son el resultado de nuestra parte “racional”, esa que siempre nos guía por lo estrictamente correcto y hasta cierto punto "frío" a fin de obtener lo mejor para nosotros; pero también está la otra parte, que tanto suele torturarnos, la emocional, la pasional, la que muchos consideran que se rige por el corazón, esa parte que no piensa en lo bueno o malo, que no considera el futuro, pero que sin ella la vida sería tan lineal, tan sin chiste, que nos aburriríamos y jamás tomaríamos riesgos.

Tristemente en ocasiones elegir por una u otra cosa, sea cual sea el motivo y el tiempo, suele traer consecuencias en nuestro pequeño mundo de personas, circunstancias, tiempos, etc. A veces quedamos como los seres más egoístas y fríos de todos; muchas más lastimamos a los seres que más amamos, otras simplemente provocan que la idea que terceros se formaron de nuestra persona cambie.

 Lo cierto es que nadie hubiera tomado esa decisión por nosotros, nadie se hubiera puesto en nuestros zapatos para atreverse a dar ese paso. Por eso, siempre debemos tener la seguridad de que en el momento fue la mejor de las decisiones, si al final todo quedará en un buen recuerdo y puede que el arrepentimiento haga acto de presencia, el tiempo no da marcha atrás, y sólo gracias a esas decisiones se pueden construir las historias de vida.

Así que sin miedo hay que decidir, porque nunca se sabe quién nos acompañará en los nuevos caminos que elijamos tomar. Además, no hay nada peor que sacar a relucir ese tiempo verbal que no existe, pero por desgracia es recurrente en nuestros pensamientos: “y si hubiera…” 

1 comentario:

  1. deberías releer tus primeras entradas para que veas lo mucho que has avanzado en redacción, en claridad... has desarrollado un ritmo y un estilo muy particular para escribir, sigue así, muy bien Diana!!!

    ResponderEliminar