Esta es la historia de un personaje que me cautivó, lo conocí una tarde fría de octubre; rodeado de mujeres curiosas, como todo buen macho que requiere de atenciones para ser lo que es, logró su objetivo conmigo, sí, aunque a mí suelen no agradarme los machitos, pero ésta fue una gran excepción, ya que me cautivaron sus ojos color café y grandes, su nariz perfecta e incluso sus bigotes, sí, sus bigotes, yo que los odio (salvo los de Dalí).
Esa tarde estaba yo en una feria de un pueblo cuyo nombre omitiré, el aire estaba frío, el cielo despejado, los niños corrían, mis acompañantes reían y yo tenía la mirada perdida; de pronto me concentré con ese personaje que llamó mi atención al instante; al verlo, estoy segura que hicimos conexión, no me pregunten por qué pero así sucedió. El señor L, que estaba a mi lado, estaba distraído en un juego que parecía imposible de ganar, yo aproveché su distracción para acercarme al personaje del que les hablo.
El acercamiento tuvo éxito hasta que la señorita F gritó, al igual que la señorita P, en ese momento el macho de ojos grandes se dio la vuelta y me ignoró; por temor a delatarme procedí a poner atención a mis acompañantes. Resulta que el señor L ganó el juego imposible, la cara de sorpresa de todos era evidente y la mía más, las risas de todos me confundían, pero yo buscaba a aquel que había capturado mi atención minutos antes.
Caminé para alejarme de la muchedumbre y al levantar la mirada observé que la señorita P venía acompañada del sujeto al que buscaba, sentí que mi cara se ponía roja, me acerqué y lo acaricié con dulzura, sí, lo acaricié... era el conejo más hermoso que había visto, con esos ojos que decían: por favor llévame, tengo frío, me enamoró.
Así es, el señor L se ganó un conejo en la feria, lo cual no es agradable porque el juego costaba 2 pesos y los animalitos estaban encerrados con el objetivo de sólo ser mostrados en vista de que nadie gana el juego; claro, nadie hasta ese momento. El final de la historia es que llevamos al conejo con alguien que lo pudiera cuidar y que fuera de confianza para que no lo abandonara. El señor L y yo quedamos tranquilos al darle un hogar al conejito, la señorita P quedó llena de pelos grises, y el conejo se quedó dormido en brazos de su nueva dueña.
vas a ver ehhh me tenías con el ojo cuadrado con la historia jajaja
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