En esta ocasión me gustaría expresar mi malestar por las muertes de casi 50 jóvenes ejecutados en la semana que termina; debo admitir que las ejecuciones perpetuadas tanto en Chihuahua como en Tepito, si bien todas ligas al crimen organizado, no tienen que ser toleradas, tanto por autoridades como por la sociedad.
Mi indignación no es sólo por la muerte de los jóvenes, sino por todo lo que ello implica; el grado al que ha llegado el crimen organizado pareciera tener como marca los cero límites, y es que aquello que antes eran historias que se idealizaban en las películas de narcos queda muy rebasado por la realidad. En particular me sorprende la indiferencia de muchos ante estos sucesos, o ¿acaso las fotos y noticias de ejecutados, levantones, narcomantas, amenazas, etc. se han convertido en algo tan común que debemos simplemente seguir en nuestro mundo de no pasa nada?. El que se trate de personas directa o indirectamente involucradas con el narcotráfico no debe ser una excusa para que su muerte nos sea indiferente. Debemos percatarnos que la solución no está ya en manos del gobierno, o del ejército, o de los narcos… está en TODOS nosotros, la sociedad, aquellos que alguna vez hemos pensado que esos problemas no pasan en nuestras colonias, los que estamos en las aulas y que por encimita criticamos, los padres de familia, los profesores, los investigadores, el de a pie, como dicen popularmente.
El cáncer del crimen organizado está en todos los niveles, en todos los estados de la República, y no respeta clases sociales; ha llegado a grados que una década atrás hubiera sido imposible de imaginar. Tampoco se trata de infundir pánico y sembrar miedo; sino de hacer un llamado para que hagamos el problema de todos, porque está bien visto que el individuo sólo actúa cuando algo le afecta directamente.
Ni una muerte más, ni un joven más ejecutado, detengamos la descomposición de nuestra sociedad, si bien es lago tarde, no se ha ahotado el tiempo. Hagamos que las imágenes de padres llorando ante los cuerpos de sus hijos no se repitan a diario; utilicemos las herramientas de nuestras actividades diarias para manifestarnos en contra de la mala estrategia (si se el puede llamar así) del gobierno federal para “combatir” al crimen. Escribamos, hablemos, escuchemos, propongamos, gritemos: ¡ya basta!.
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