La vida es un abanico de emociones, no hay ser humano que no atraviese por las más diversas, fascinantes y confusas emociones en algún momento de su corta o larga vida. La tristeza es una de esas emociones, quizá una de las más confusas e inevitables; para muchos sólo se presenta en ciertos periodos de tiempo, para otros es un estado permanente, para mí es normal sentirla cuando la situación no tiene otro remedio. Sólo cuando pasamos por la tristeza solemos valorar o dejar de hacerlo muchas cosas y a muchas personas. Así es, la pérdida de eso que era parte de la vida es la que provoca que nuestras sonrisas se desdibujen.
Perder a alguien, perder algo, puede tener muchos sentidos. Pero hay de pérdidas a pérdidas. Sin duda la muerte es la más grande pérdida por la que un ser humano puede atravesar, es la más dolorosa y la única que no tiene ningún remedio. Cuando la muerte de un ser querido se presenta nos invaden las emociones más fuertes: el enojo, el miedo, el dolor, la tristeza… en esos momentos pensamos que nos sentiremos así para siempre. Por fortuna o no, existe algo capaz de hacer que las penas se alejen y el duelo desaparezca: el tiempo, el infinito tiempo es el que realmente lo cura todo.
También existen esas pérdidas que pudieran tener algún remedio pero que por una u otra causa no se encuentra (de esas que nos hacen escribir entradas como estas –risas-); perder a una pareja, a un amigo, una meta, un sueño, son situaciones inevitables muchas veces, pero de las cuales nos levantamos, muchas veces más fuertes, para poder decir: lo que sigue. Siempre he pensado que todo es cuestión de voluntad y tiempo, pero ¿cómo duele no?, desde la ilusión más inocente a corta edad, pasando por la adolescencia, siendo adultos y un tanto más, perder a tu compañero de sueños y sonrisas duele.
Debo confesarme: siempre creí que este tipo de situaciones, como son tan normales, pasan y punto. Pero no, pasan y se sienten con todo. Nunca me había pasado (hasta ahora obviamente) así que decidí expresarlo por este medio, esperando (quizá tontamente) que alguien se sienta identificado conmigo. Sea lo que sea, pase lo que pase, me queda claro que la vida sigue, y con ella sus múltiples actividades, emociones, personas, situaciones, sentimientos… Como siempre digo: así es esto, qué le vamos a hacer. Sonreír es mi mejor opción.
Así que sonrían siempre (espero hayan notado que me encanta ver a la gente sonreír), la sonrisa es la mejor máscara de un ser humano.
quién no se puede sentir identificado con la pérdida Dianita?? pero cómo dices no nos queda más que seguir sonriendo, espero estés mejor, un gran abrazo...
ResponderEliminar