De nuevo aquí… otro miércoles y las tareas aumentan, pero como siempre, hay tiempo para escribir en este espacio. El punto es que, también como siempre, no sé sobre qué escribir; he leído los periódicos y la verdad hoy no tengo muchas ganas de compartirles mi impresión sobre alguna noticia puesto que, como es habitual en mí, muchas me causan indignación; y hoy señoritas y caballeritos soy una persona positiva, por lo que los corajes quedan descartados de mi vida (por lo menos las próximas 10 horas).
Que bien se siente estar de buenas ¿no?, la verdad ni el tránsito tan horrible de la ciudad por las mañanas me pudo quitar el mal humor, ni las toneladas de trabajo, ni la tarea (wow, más días así ¡por favor!). Que lata nos damos los seres humanos, un día de buenas, otro de malas, algunos tristes, preocupados, estresados, y ya de plano cuando hay una combinación de todos hablamos de problemas mayores (en los cuales no pienso meterme, por el momento), el punto es que somos un mosaico de emociones en el asfalto.
Todo esto viene a colación por culpa de las etnografías que en mi clase de Antropología social nos dejan realizar y que han provocado que por las mañanas, durante la hora y media casi dos que me quedo atrapada en el tránsito, observe todo lo que pasa a mi alrededor, que generalmente son más vehículos. Pero no saben la cantidad de situaciones que se pueden percibir. Obviamente un poco de estrés por llegar al destino, pero también situaciones cómicas, embarazosas, ridículas, que causan indignación, que dan una especie de asco, etc. Eso sí, sólo una situación por sobre todas las cosas pueden prevalecer gratamente en el recuerdo del día: esas miradas de parte de alguno que otro conductor aventado que simplemente te levantan el ánimo (así que por favor, cuando vayan en la calle, en el transporte público, estén atrapados en el tránsito, lo que sea, no olviden sonreír, nunca se sabe con quien se pueden encontrar en el camino).
“Por qué será que todos guardan algo, cosas tan duras que nadie puede decir, y van todos caminando como en una procesión, la gente muda que no tiene corazón…” (como diría Vicentico), eso es lo que pienso todas las mañanas cuando veo a las personas que pasan, hacen caras, desvían miradas, y vuelven a pasar para ir a quien sabe donde. Muy cierto es eso de que cada persona es un mundo, unos mas explorables que otros, pero estamos rodeados de ellos, así que a darles buena cara para tener más días sin conflictos de tesis, trabajos y bla, bla, bla.
Jajajajaja no bueno, la rompecorazones y levantapasiones no vino a presumir el día de hoy vdd Diana?? jajajajaja XD
ResponderEliminarY eso sí, hay mundos más explorables que otros, pareciera que hacen una invitación =D, esos si que valen la pena ;)
Hola Diana, debo confesarte que esta entrada me gusto muchísimo, sobretodo porque me identifique como una de esas personas que va en la procesión rutinaria. Todas las semanas son las mismas, te levantas, te bañas, te vas a la escuela, tomas tus clases, regresas a casa, haces tarea y duermes, y al otro día a hacer lo mismo.
ResponderEliminarCoincido completamente contigo en que debemos mostrar al mundo una sonrisa, no sólo porque no alivia el alma, sino porque así lucimos mejor ja ja ja... En verdad me encanto tu comentario. Aplicare esa de observar a mi alrededor, para ver cómo es que a veces actúo y, mejor aún, para dejar de actuar de esa manera.
Espero que estés muy bien y que tengas un excelente fin de semana.